El Challenger se destruyó a los 73 s del lanzamiento de la misión STS-51-L, la décima misión del orbitador, el 28 de enero de 1986, cuando una Junta tórica de su cohete impulsor (SRB) derecho falló en su función de estanqueidad. En el momento del despegue, el impulsor derecho deja escapar un humo negro nueve veces en un periódo de 2,5 s y se detiene cuando la nave se impulsa. Al momento de la ignición el transbordador cabecea 1 m de lado a lado antes de impulsarse, con cada cabeceo escapa el humo negro. El combustible para cohetes estaba enriquecido con viruta de aluminio que le proporcionaba un mayor poder de empuje, probablemente la escoria de aluminio selló momentáneamente la fisura de la junta retrasando la catástrofe.
Los 7 tripulantes fallecieron al impactar la cabina de la nave contra el océano, tras una larga caída de casi tres minutos. Las circunstancias finales de su muerte se desconocen, la comision investigadora del accidente determinó como ¨poco probable¨, el hecho de que alguno de ellos estuviese consciente al momento del impacto, aunque posteriormente salieron a la luz pública evidencias de que al menos cuatro de los miembros de la tripulación pudieron activar sus sistemas auxiliares de suministro de oxígeno, y que intentaron socorrerse mutuamente.
Los astronautas no disponían de paracaídas o equipo de eyección, tampoco tenían un entrenamiento especifico para un caso como ese, circunstancias que originaron fuertes criticas a la NASA.
Este accidente, el más impactante del Programa del Transbordador Espacial, perjudicó seriamente la reputación de la NASA como agencia espacial
La NASA recordo el accidente tras su 25 aniversario.
Fuente: Wikipedia
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